acrostico dia de la independencia de mexico
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Recordaba vivamente la conversación de ciertos pasajeros, familias cubanas y dominicanas a quienes interrogaba sobre la situación de las dos islas hermanas. Pero Hostos estaba ponderando otros aspectos al seleccionar la ruta de la independencia de sus islas.
Entre los cubanos, distingo las visualizaciones de Luis Toledo Sande y de Emilio Roig de Leuchsenring. Entre los puertorriqueños, naturalmente, las de José Ferrer Canales y Manuel Maldonado Denis. En 1861, el Presidente Benito Juárez, ante la quiebra del tesoro, ordenó una moratoria en los pagos de la deuda externa. Tres de los países acreedores, España (9 millones de dólares americanos), Inglaterra y Francia , decidieron mandar a México una fuerza militar. «Por eso se compromete con esos peninsulares que procuran romper con el antiguo régimen español y que protagonizan la revolución septembrina -revolución, repito- de 1868. Su deber indispensable, no obstante, proseguirá siendo el que ha contraído con la independencia -independencia, repito- de las Antillas». No es verdad que los planteamientos de Hostos en su viaje por Hispanoamérica no pusieran en cuestión el orden que existe en todos y cada país.
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Si bien son incontables las correcciones realizadas por mí que fueron incorporadas a esta edición, me llaman la atención, además, las ausencias de las notas de aclaración y de interpretación que se habituaban, a excepción de la refundición de las fabricadas por Ruano. Me llama la atención la decisión de trasladar las notas al final de la novela y de actualizar y corregir evidentes errores de puntuación y ortografía pues como directivo insistí, sin hallar respaldo, en la necesidad de ofrecerle al lector no especializado un texto realmente entendible y la posibilidad de llevar a cabo una lectura grata, sin interrupciones masivas, pero con todas y cada una de las notas apremiantes de este caso singular. En un trabajo de este año titulado Congreso latinoamericano, Hostos aboga a favor del mismo al partir de aquella expresión crítica que acuñó F.
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«Si a Hostos, aun en el momento en que pudo haber sostenido situaciones teóricas que le distinguían de las oligarquías que le invitaron a ambos países, se le permite trabajar activamente en pos de una educación que sin ningún género de dudas él no pretendía que fuera reproductora de situaciones sociales y políticas como aquellas, fue pues en sus escritos no se percibía nada que pusiese en entredicho el orden que existe». Las normas que rigen todo el proyecto de edición de estas Obras, publicadas en el primer tomo (La peregrinación de Bayoán, 1988), y las reglas de edición indicadas para esta novela en específico, obligaban a los editores, si por algún motivo debieron eliminar una oración, a apuntarlo en una nota, lo mismo que debían señalar la diferencia con la versión de Ruano. «Llena de ideas, llena de sentimientos, llena de cierta natural sombra de muerte, que necesariamente debe de afectar al corazón de las muchedumbres tropicales, nada es extraño que esa carta aparezca ahora en casi cuantos periódicos nos llegan de las Antillas y de Costa firme. Pero Hostos no abandonó su examen y preocupación por la situación política en los USA. Si bien la carta del primero de octubre posee una sinopsis muy cercana a la que pudiera hacerse de Nuestra América -«Muchas medites para solo una iniciativa. Lo que cada sección latinoamericana piensa de sí misma y de las otras. El sentimiento popular de unión en todos los latinos de América.
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Los recortes son una forma práctica de catalogar diapositivas importantes para volver a ellas después. Ahora puedes ajustar el nombre de un tablero de recortes para almacenar tus recortes.
- La lucha reformista que en el régimen español lleva a cabo Hostos puede interpretarse como una línea estratégica adoptada por Hostos para dar cumplimiento a unas metas más altas, porque le pareció mucho más factible republicanizar a España dentro de un modelo federal que reconociese las autonomías regionales que conseguir la independencia plena de las Antillas.
- Su alusión a«los periódicos de Cuba libre y Sur América» revela que Martí tenía acceso y leía frecuentemente periódicos de toda Nuestra América que se publicaban en Novedosa York en los que Hostos colaboraba.
A los lectores poco avizados acostumbra pasársele por alto visto que más que nada los contenidos escritos compendiados en España y América, muestran variaciones en el fervor antillanista, y que su temperatura se altera según como se firmen. Mantenemos la tesis de que estas diferencias obedecen al hecho de que a lo largo de esta época Hostos escribe a veces atemperando su óptica al punto de vista de una publicación de españa, dominada por españoles y para público español, y en otras, exactamente cuando firma con su nombre, desembaraza sus fuegos de vindicador antillano. En los primeros trabajos, mediatizados por la función intrínseca de ser representante de un grupo, el «nosotros» tiene un carácter peninsular inequívoco; en los otros, el calor tropical bate inopinadamente récords de temperatura, pese a mediar en todos y cada uno de los casos la censura de españa, y la discreción de quien tiene conciencia de lo que la prudencia permite llevar a cabo en el hogar extraña.
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La pelea reformista que dentro del régimen español desarrolla Hostos puede interpretarse como una línea estratégica adoptada por Hostos para ofrecer cumplimiento a unas misiones mucho más altas, porque le pareció mucho más posible republicanizar a España en un modelo federal que reconociera las autonomías regionales que conseguir la independencia plena de las Antillas. De 1874 es su producto titulado «La América latina» . Comienza proponiéndose exactamente el asunto del nombre, y hablando dado que en ese momento aún no prevalece el de Colombia «con que han querido distinguir de los anglosajones de América a los latinos del Nuevo Continente». No obstante, procede a definirla asistido por la precisión geográfica del conjunto de naciones y por la pasión de un amante enamorado de los«bienes que encierran los Andes». Y de nuevo atrinchera sus ideas antiimperialistas al denunciar que ni las estaciones navales de Europa ni los buques de la armada norteamericana tienen derecho alguno a desembarcar en Montevideo ni en Panamá. En un par de ocasiones adicionales en este artículo, Hostos repara en su convicción de que «ya los norteamericanos son tan fuertes, que acaso destruirían por una política de expansión y de invasión todas y cada una de las esperanzas doctrinales de la democracia, si no tuvieran un freno en la solidaridad territorial de la América latina». Así, tentando el cuerpo del imperialismo naciente, cree como Martí que con la independencia de las Antillas, «quedaría eliminada para toda la vida entre las más excelentes incógnitas el porvenir continental» (81-83).
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