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Además de esto, alén de las observaciones de estilo y de estética que hicimos en nuestros trabajos, vincula acertadamente el lenguaje hostosiano con los simbolistas franceses y con el futurismo, y si bien no tanto con la lírica de Rubén Darío -como erróneamente se implica en laAdvertencia preliminar-, sí con el nacimiento de la conciencia actualizada y, desde luego, con los premodernistas. La Moral social de Hostos, publicada en el 1888 a insistencias de sus acólitos -tal como todo el Tratado de moral del que forma parte desde la edición de las Proyectos terminadas de es un monumento al ejercicio radical aplicado a los principios desprendidos del examen continuo de sí mismo y de la realidad perceptible que practicó Hostos toda su historia. Allí ventila Hostos las infinitas incidencias de los principios en la realidad vivible. De cuantas cosas podrían llamarnos la atención para efectos de este trabajo, escojo la curiosa introducción de Hostos al libro en la cual, para demostrar las contradicciones de la civilización moderna -donde civilización es el desarrollo de una mayor conciencia-, destaca ante todo la práctica cada vez más extendida y penetrante de Europa y Norteamérica del «estrago de sociedades y civilizaciones incipientes». Es decir, que Hostos se había dado cuenta, tras el periplo innovador que viviese en los años setenta en El Caribe, junto a Betances y a Luperón, y solo tras la anulación de la guerra en Cuba, de la necesidad de formar auxiliares competentes para su ideal político y innovador, tal es así que éste tuviese oportunidad de realizarse. Tal como lo hizo el Che Guevara en la Sierra Profesora.
- «Una noche -cuenta Bosch-, en que acodado en la baranda, tarde ya, veía la luna menguante rebrillar sobre el agua, se le ocurrió meditar que tal vez fuera posible constituir con los tres pueblos una federación, que quizá los tres podían agradar igual destino histórico.
- Álvarez nos pone en visión los aciertos de Hostos en el género al sopesar que araba en el desierto de la novelística de españa de los sesenta, época que esperaba aún los grandes autores y textos de los ochocientos.
En esa fecha no pensamos que Hostos tuviese aún contacto con el general Serrano, como de hecho sucedió poco después. Lola, una de sus hermanas, estuvo casada con un militar español. La letra «revolucionaria» a la que se refiere, no la cita. Recordamos, sin embargo, haberla visto en algún lugar.
Hostos En La Sangre De Dosríos84
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Pero sintonizados los oídos a sus diálogos ocultos, el artículo permite extraer frutos mucho más precisos que delimitan y enfocan mejor la naturaleza de la opinión que a Martí le merece Hostos y la naturaleza de las relaciones entre ambos. «Quien se encontraba más reconocido con Segundo Ruiz era Eugenio Hostos, que pese a no haber cumplido aún veinte años parecía un hombre de 40, formal, serio, reconcentrado, taciturno con frecuencia». La gloria impulsa siemprea todo pueblo amantea engrandecer su historiacon página refulgente. Si bien no tenga importancia primordial -en tanto que no semeja haber tenido consecuencias en la vida de Martí ni en la de Hostos, y ya que no tenemos la posibilidad de saber encuentros-, lo cierto es que es falso proseguir afirmando que Hostos y Martí no ocuparonnunca exactamente el mismo espacio geográfico. En 1857 la familia toda de Martí embarcó para la península a conocer al abuelo que había enviudado y vuelto a desposar, y vuelve a La Habana en el 1859. En 1857 Hostos pasa a estudiar de Bilbao a La capital española, y regresa a Puerto Rico en el verano de 1859.
El estudio preliminar de Ernesto Álvarez (17-cien) es, por fortuna, otro cantar. No se distingue por planteamientos que en rigor debamos estimar inéditos, pero al insistir y destacar algunos datos particulares ahora tocados en su mayoría por la crítica, ha logrado que el lector se percate de importantes puntos sobre los que esa crítica no se ha detenido lo bastante. El estudio -o «introducción»-, amplio y bastante, está dividido en cuatro partes. Ya sabemos que en lo que se refiere al psicoanálisis que Hostos inició todavía joven, en el 1857, fue un auténtico precursor, profeta de Freud, y que en el Plácido anticipa ya el retrato del colonizado que lograra Fanon. Ajuicio de Álvarez, las dos novelas publicadas de Hostos son extractos anteriores al diario que conocemos, que empieza en el 1866, y por lo mismo, unas partes de ese períodico que hemos considerado una de sus aportaciones mucho más destacables. Debo aclarar que, antes de dejar el IEH subrayé, reiteré e insistí en la necesidad de denominar al frente del IEH a un director cuyo dominio de estas habilidades dejara que el público lector puertorriqueño y el estudioso de todas y cada una de las latitudes pudiera confiar en el rigor de esta edición. Como ya se vio, reiteré la necesidad la volver a cotejar, esmeradamente, un borrador del manuscrito que hallé, tras un examen no exhaustivo, con plaga de errores.
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Las atenciones de Martí están marcadamente orientadas hacia Cuba, y en ellas Puerto Rico o las Antillas son sólo aún un aspecto tangencial adicional. Se diría que Martí adolece del mismo razonamiento reduccionista entre los peninsulares que interpretaba que el problema de las Antillas era, sin más, el problema de Cuba.
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En un Manifiesto a los puertorriqueños publicado ese año, Hostos repudiaba «la voracidad codiciosa» que en Londres y Novedosa York enfrenta a la lucha de las Antillas «los mercados de europa y americanos» . Y en un producto de ese año, «Delirio de vanidad», Hostos lamentaba que las «vanidades»de los poderosos y los vicios personales de los ministros del gobierno federal defraudaran la causa cubana, a la vez que advertía «la desviación» que padecen los principios de este pueblo y demanda la admiración excesiva que hacia el norte padecen los latinos .
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El artículo antes citado fue publicado por el Instituto Hostos de Río Piedras en el 1949 con una nota en la que se «agradece al historiador Don Adolfo de Hostos el donativo de este hermoso manuscrito». Es, sin embargo, en el «reexamen» de 1990 cuando informa en relación al comentario de Martí de 1876 sobre El software de los Independientes. Aunque afirma que Martí «sí […] conoció la obra intelectual de Hostos desde antes», no ofrece evidencia ni relación alguna, y se circunscribe a expresiones como«no ha podido haber vivido desapercibida», o «debe estar familiarizado». Según Maldonado, no es sino hasta marzo y noviembre de 1893 que Martí vuelve a mencionar, de pasada, a Hostos, en sendos productos publicados en Patria, aparte de un comentario no fechado que aparece en el volumen Fragmentos de susObras terminadas. Acróstico a Matías Ramón Mella Militar en el conjunto de los trinitarios.