adios hasta pronto escuela poesia
Si despreciáis la viga -lo que yo soy ahora, como sabéis-, cuidado con la grúa que ha de mascaros, tragaros y mataros a su gusto. El garrote no es garrote de comedia. ¿Oísteis sonar la carne, a pesar de la pelambrera postiza? De ahí que ahora se le saltan los ojos de la cabeza y aúlla muy naturalmente. En su íra, centellea toda, como hierro en el yunque. Ahora se me consiente descansar en un baño de tinieblas.
Al fin, fue señalada una orilla, y hemos visto, al acercarnos, que era una tierra espléndida, deslumbradora. Daba la sensación de que las músicas de la vida se desprendiesen de ella en vago murmullo, y que en aquellas costas, ricas en verdor de toda clase, se exhalase hasta muchas leguas más allá delicioso aroma de flores y frutas. La noche solemne ocupaba ahora su rincón. Separáronse los niños, yéndose cada cual, sin saberlo, según las situaciones y los azares, a madurar su destino, a escandalizar al prójimo y a gravitar hacia la gloria o hacia el deshonor. En un hermoso jardín, donde los fotones del sol otoño parecían rezagarse a gusto, bajo un cielo verdoso ya, con nubes de oro flotantes como continentes pasajeros, 4 hermosos niños, cuatro muchachos, cansados sin duda del juego, charlaban entre sí. ¿Cuál no sería mi horror y mi desconcierto cuando, al regresar a ella, la primera cosa que me atrajo mi vista fue mi muñequillo, el travieso compañero de mi vida, colgado de un tablero de este armario?
Gloria Fuertes En El Poeta En Su Voz
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Para él es la práctica, como la de un enterrador, para mí y para mi madre es el olvido. La vivienda ha dormido a lo largo de años sola, sin más visita que la de los espectros que todos disponemos duplicados en algún plano de la vida. Y como basta una palma real para embellecer un ocaso montañoso, basta esa elegía para lograr que nuestro Parnaso se destaque sobre todos los otros de la grandiosa cordillera que, en América, han formado las letras castellanas49. Ninguno de los presentes en la taberna de la calle de Villa-Bella olvidará la petulancia con que el pintor se despojó del chaleco en favor del poeta; también entendió que era bueno y honrado cantar a los pobres perros.
El Gran Libro De Los Animales
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Al abrir la puerta, se abrieron asimismo todas y cada una de las cajas de los recuerdos. Mamá fue abriendo ventanas, yo paseando de un espacio a otro con la perra siguiéndome. Miraba el estucado de las paredes, viejo y rasgado, la máquina del aire corroída por las lluvias, mohosas las esquinas del techo de la terraza. Triste que muere, sus congojas aniquila,y éste el remedio de mi mal sería.Mas ¡oh martirio! La fortuna impía,que el más estrecho vínculo desata,30quiere extremar conmigo su violencia;pues, con los restos mismos que han quedadodel nudo de mi amor, me ha sujetadoa la roca mortal de la presencia. Él nos va a saber decir de qué forma se cambiael sañudo huracán en manso ambiente,fácil atravieso en la mar hiende la proay su dorada luz la rubia auroravierte sobre la linfa transparente. ¿Adónde van los perros, preguntáis, hombres sin atención?
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Sus rimas alegres, sorprendentes y absurdas, repletas de repeticiones y juegos de palabras, forman parte de la memoria colectiva de una generación de jóvenes y adultos, y han calado también en los pequeños y pequeñas del siglo XXI. —Nos apañaremos, pero la mitad de las cosas no funcionan. Ni el agua caliente, ni la lavadora… —Mamá iba contando los cadáveres mientras yo iba echando en una bolsa botellas vacías, revistas, lápices, medicamentos, pañuelos, libretillas, cables, encendedores gastados, flores secas, lámparas, bolígrafos secos. Las viviendas son la fotografía de lo que un día fuimos. Los cajones están llenos de objetos que lograron ser útiles, en los armarios de la cocina hay bichos fallecidos que otros se han comido, el baño tiene una compilación de coqueterías que en este momento son basura.
El hada podía verse en un aprieto, pues nada quedaba ya. De verdad, estaban tan azoradas como ministros en día de audiencia o como usados del Monte de Piedad cuando una fiesta nacional autoriza los desempeños gratuitos. Hasta creo que miraban de tiempo en tiempo la manecilla del reloj con tanta impaciencia como jueces humanos que, en sesión desde por la mañana, no pueden por menos de soñar con la hora de comer, con la familia y con sus zapatillas adoradas. Si en la justicia sobrenatural hay algo de precipitación y de azar, no nos asombremos de que ocurra lo mismo alguna vez en la justicia humana. Seríamos nosotros, en tal caso, jueces injustos. El lujo, la despreocupación, el espectáculo habitual de la riqueza, hacen tan guapos a esos chicos, que se les creyese formados de otra pasta que los hijos de la mediocridad o de la pobreza. Sí, en aquella atmósfera daría gusto vivir; allá, donde las horas mucho más lentas contienen más pensamientos, donde los relojes hacen sonar la esa con más profunda y mucho más significativa solemnidad.
Recopilación de cuentos de la famosa autora para pequeños Gloria Fuertes, una reunión de diferentes cuentos plasmando su amor por los animales y su peculiar forma de otorgarles características humanas o sencillamente desafianzo su naturaleza, que nos traen buenas y hermosas moralejas en todos y cada uno de ellos. Cuentos y poemas llenos de ternura y amor por la niñez, pero en los que el adulto podrá descubrir todo el dolor y la tristeza que Gloria sintió de pequeña, esa parte obscura que asimismo tenía humor e ironía.