analisis del poema doña primavera de gabriela mistral
Manitas blancas fabricadas como de despacio harina, la espiga por tocaros 15se inclina. Dame mi una parte de alegría y haz que logre ser mejor.
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Himno De La Escuela Gabriela Mistral
Doña Isabel volvía a empezar la hebra de versículos, que yo debía ahora reiterar y echarme a cuestas de la memoria. Mi memoria siempre y en todo momento fue mala, y más que nada, inútil de fidelidad, y yo repetía, saltando a cada trecho expresiones propias, de las que mi abuela medio se indignaba, medio se reía. Con su risa blanca en la cara roja, me gritaba de que yo podía trocar cosas en cualquier texto menos en esos, en sus Cánticos, en su salterio. Yo no sé por qué razón, a la altura de esos años de 1898, una vieja católica, de catolicismo provincial, podía ser una chilena con Biblia leída, y no solo con Biblia leída, sino más bien con texto sacro oral, aprendido de memoria en lonjas larguísimas. Pero a aquella curiosa mujer la llamaban los curas de la ciudad de La Sosiega «la teóloga» y tenía una pasión prácticamente maniática de esa cosa grande que es la Teología, desdeñada hoy por la multitud banal de nuestras pobres democracias. ¿Por qué ella, en vez de darme puras oraciones de Manual de Piedad, según la costumbre de las viejas devotas de Coquimbo, le daba a su niñita boba, de aire distraído, lo menos infantil de todo el mundo, según opínan los tontos de la Pedagogía? ¿Por qué le echaba ese pasto tan duro de majar y tan salido de tiempo y rincón, esa cadena de cánticos penitenciales y de salmos cantos jubilares?
Él le haya dado la dicha que aquí no probó ni en una dedada de miel cananea. Mi contacto con la lírica judía, que tenía que ser la lírica de mi nutrimiento, lo logró, cuando yo tenía 10 años, mi abuela doña Isabel Villanueva.
El Corro Lumínico
Esta alma de mujer viril y frágil, dulce en la gravedad, severa en el amor, es una encina espléndida de sombra perfumada, por cuyos brazos rudos trepara un mirto en flor. «Los suaves hortelanos», afirmaba, «de este predio, que es predio de Jesús, deben preservar puros los ojos y las manos, almacenar claros sus óleos, fiara ofrecer clara luz». Y, no obstante, a pesar de las pocas briznas de tiempo que ella me dio y del mal destino que nos tenía que dividir, ella, mi Isabel Villanueva, vieja santa para todos los que la convivieron, ella sería la criatura mucho más penetrante que cruzó por mi vida chilena. Pasó de verdad como un dardo de fuego, por la niñez mía, como el pájaro ardiendo del cuento balcánico, extraña y también inolvidable, diferente de cuanta mujer yo conocí, criatura vulgar por la modestia y a la vez segrega como son todos y cada uno de los místicos. Por eso, hemos elegido las mejores 5 poesías sobre primavera mucho más representativas y auténticos, efectuadas por versistas clásicos como Antonio Machado o Gabriela Mistral. Si deseas instruir a tus hijos o alumnos poemas sobre esta estación, en el artículo de unCOMO te ofrecemos ciertas ideas.
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Comprendía yo, en cualquier caso, ciertas cosas de bulto, por servirnos de un ejemplo, que un hombre maravilloso, mi héroe David, gritaba a todo lo ancho del grito su amor de Dios, tal y como si estuviera voceando sobre el rostro mismo de lo Divino. Yo comprendía que ese hombre le entregaba a Jehová sus empresas de cada día, pero también sus mínimos cuidados de la hora. Yo sabía que el hombre David tomaba su licencia de Él, lo mismo que yo la de mi abuela, así para pelear como para alegrarse o tocar los instrumentos músicos. Los astros son ronda de pequeños, jugando la tierra a mirar… Los trigos son talles de niñas jugando a ondular… Él va voz y voz a combinar, y cantos de pequeños y de aves se van a ir en el viento a besar.
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Dame el meditar en Ti al rodar 50 herida en la mitad del sendero. De esta forma no voy a llamar, recordaré el vendador sutil que alienta en Ti. Por el tener mucho más que otro ser aptitud de amor y de emoción y el anhelar y el lograr, 35 ir poniendo en la vida perfección.
25 De la arrugada cama dice el Lobo -«¿Quien va? Pero la abuelita está enferma, la niña ingenua explica. Bajo su ala de seda, bajo de su ala azul, curva y rizada, todo su cuerpo cuando duermes queda y aspira una tibieza perfumada. Tiene pelos suaves de seda desflocada, ojos dulces y graves que dan la paz con sólo la mirada. Haz que revele mi presencia, en las praderas de la vida, mi despacio y cálida influencia 15 sobre las almas ejercida. Abramos la dulce tierra con amor, con bastante amor; es este un acto que encierra, de misterios, el mayor. El hombre ciego ignora que por donde pasáis, diez una flor de luz viva dejáis; que allí donde ponéis la plantita sangrante, el nardo nace más15fragante.
- Eligió su seudónimo en homenaje al arcángel San Gabriel y como tributo a un viento, el Mistral.
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